"Si a Saín se le ponía entre la espada y la pared, no era improbable que corriera a pecho descubierto hacia la espada por el gusto de acabar con todo, por mucho deleite que dejara sin consumir en este mundo, o precisamente para eso".

 

"Se calló, y yo lo vi mirando a los edificios desconchados, a los ojos tristes de los niños y al suelo terrizo con la dignidad, el orgullo y la ilusión con que observa el colono las señales de su primera cosecha".