Nereo
Para quien, como yo, ha matado con indiferencia, la pura bondad confunde y atrae. En aquel tiempo, yo no era ni un asesino ni un justo, sino un aspirante a ambas categorías incompatibles, como de una forma o de otra lo son todos los proyectos de ser humano
Ahora me recuerdo como a un predador infalible en un río de aguas torrenciales y a salvo, con mi pensamiento por encima del de los demás y aburrido con las llagas de las almas de mis convecinos, cuya pus me salpicaba a la cara como salta a los ojos del matarife la sangre de las reses degolladas
Yo podía haberlos amado a los dos. Los dos formaban una unidad y los dos se merecían el amor más que nadie que yo hubiera conocido. Podía haberlos amado como se hace con ese prójimo que admiras y que nunca te defrauda, por mucho que tú no le correspondas. Pero en esa pareja había una mujer y yo era un hombre. Y la mujer era el ser más hermoso que yo hubiera visto jamás. Yo podía amarlos a los dos, pero solo me podía enamorar de ella. Y enamorado de ella, ya sobraba él, por mucho amor que yo le guardara.