Frustración
Tengo el alma en la punta de la lengua.
Juegan las palabras con mis pasiones.
Se asoman -divertidas- a mis labios,
me hacen burla y se ocultan luego, antes
de que pueda hilar con ellas un verso.
Un leve silencio que me estremece
se queda sin voces, sólo en temblor:
pena sobre pena: doble silencio.
Estoy lleno de buenos materiales,
los siento moverse dentro de mí.
Los sentimientos útiles para otros
malviven en mi alma, desordenados.
Mi amor no cuaja en bellas metáforas,
mi júbilo sólo se ve en mis ojos,
mis desdichas no son más que lágrimas.
Mis papeles están desocupados
de atardeceres y de mariposas.
Comparecen gallinas en mi boca
cuando reclamo flores y pájaros.
Los dioses le niegan rostro a mis juicios.
Las musas me miran, pero no me hablan.
Bulle en mi alma un poema, pero es inútil:
se detiene en la punta de la lengua.
¿Le pasará lo que a mí a ese hombre gris
que se cruza conmigo casi a diario?
¿Tendrá un poema sepultado en el alma?
Juan Bosco Castilla