¿Qué dolor del otro sufro?
I
¿Qué dolor del otro sufro? Un amigo
me cuenta su mal. Digo que lo siento
y mi dolor es noble, y no miento
si le expreso que contará conmigo
para lo que quiera, pero a la nada
estoy en otras historias, no me acuerdo.
Mientras al concluir el almuerzo muerdo
la tarta, la tele ofrece la cada
vez más usual imagen de las panzas
abultadas y los niños comidos
por las moscas. Semejantes matanzas
hieren a más no poder mis sentidos,
aunque no desperdicio el apetito
y sigo con mi postre favorito.
II
Tropiezo con un anciano invidente.
Lo ayudo a cruzar la calle, le hago
mil preguntas y lo escucho, halago
su entereza y le digo que es valiente,
pero cuando me pide que lo lleve
a su casa rehúso con una cita,
con una prisa, con una bendita
mentira. Cuando se efectúa una leve
injusticia, siento que se revela
mi alma, encabezaría las protestas
en aquel mismo momento, pero estas
labores vienen mal a la novela
que estoy escribiendo, y obro enseguida
con una razón pueril y fingida.
III
Así pues, no es baladí que me pregunte qué dolor del otro sufro.
¿Sufrirán los otros mi dolor con la indolencia que yo sufro el suyo?
¿Cómo sufrirá Dios el dolor de los otros y el mío?
Juan Bosco Castilla