Los peligros de la estupidez
Frente a la estupidez, la sociedad no tiene defensa, no hay, como yo creía, corrientes de cordura que salgan en apoyo del sentido común. Ello no quiere decir que no exista la cordura e incluso que la cordura no sea lo normal, que lo es, sino que la cordura no suele instituir corrientes, y que cuando lo hace, estas son exiguas. La única salvaguardia de la sociedad es su colosal dimensión y el hecho de que si una estupidez crece, se generará a su alrededor una reacción que acabará provocando estupideces en contra. De esta manera, en el alma de una sociedad como la occidental hay, esencialmente, un conjunto de individuos cuerdos y de estupideces colectivas en equilibrio inestable.