La biblioteca
La biblioteca era un prisma octogonal de al menos diez metros de apotema que se prolongaba ocho pisos hacia arriba y otros tantos en el subsuelo. Su puerta no daba a una sala, sino a un pasillo de unos dos pasos de anchura que corría pegado a las paredes y volaba sobre el abismo. Los anaqueles, que ocupaban por completo el lienzo de todos los muros, eran de cristal, como el suelo de la balconada, las barandas que protegían del vacío y las escaleras que comunicaban los pisos. El techo y el suelo estaban cubiertos con espejos, por lo que daba la impresión de que el prisma se alargaba ad infinitum por encima y por debajo. No había huecos, ni siquiera el de la puerta, que también servía de estantería, y la luz provenía de detrás de los libros con una intensidad uniforme.