Monserga

Monserga, que escribía artículos radicalmente progresistas, casi incendiarios, en el periódico de los alumnos de la universidad, se había escorado con rapidez hacia el conservadurismo más feroz por el camino más corto, el que une los extremos sin pasar por el centro, lo que le había permitido cambiar de discurso sin cambiar de principios. Desde entonces, y con la excepción de los ataques que le había dedicado a Alma Reimo, había sido el apoyo más visible de los conservadores, a pesar de que consideraba a sus líderes de escasa inteligencia y blandos de carácter. Pero los sucesos que habían acompañado a la Revolución, y en particular el incendio del periódico que dirigía, le habían hecho no solo ver lo espantoso y crucial del momento en el que estaban viviendo, sino la necesidad de liquidar a todos los dirigentes políticos y sociales, que habían llevado a la ruina al Estado más poderoso del planeta y al coma irreversible a la sociedad más dinámica de la Historia.