Al dente
En el libro diario que el jefe de cocina destituido había dejado a la carrera sobre una de las planchas pudimos encontrar nombres de platos inverosímiles, más propios de cuentos de hadas que de recetas, y ninguno de ellos era igual, aunque todos tenían los mismos ingredientes y sumaban una cantidad de calorías idéntica. En el libro, también figuraba el cocinero ayudante que ese día había fabricado el plato. Así, el día de las patatas al estilo de los pastores de Altovillar había cocinado un tal Melonou, al que llamé para preguntarle cómo lo había hecho:
–Cuando las patatas están al dente, y no antes ni después, se salan añadiendo la cantidad justa de sal, ni más ni menos –me contestó.